El caramelo Media hora, un clásico con "sabor a tango" que perdura
Con fórmula secreta y logo misterioso, sigue a la venta en los kioscos.
Grandes y chicos lo conocen. Los mayores porque les remiten a los kioscos de su infancia; los más chicos quizás porque siguen apareciendo en los locales y muchas veces son el vuelto que dan en el supermercado chino.
Lo cierto es que el caramelo Media hora es una golosina polémica. Fue creada por un asturiano en la localidad bonaerense de Uribelarrea -ahora polo gastronómico-, que empezó a fabricarlos en 1952.
El misterio la rodea. Nadie sabe a ciencia cierta si el reloj del caramelo Media Hora que tiene dibujado en su envoltorio representa la una y media, las ocho o cambia la hora según su envoltorio, algo que mencionó incluso Alejandro Dolina,
"Tengo la ligera sospecha de que ese reloj anda”.
En una publicidad de 1982 se promociona el caramelo Media Hora en un grupo de niños. Desde entonces, nunca más tuvo publicidad, según lo menciona El Gran libro de las Marcas, una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos, que se transformó en blog.
“Desde el punto de vista histórico y nostálgico, los Media Hora son testigos vivos de lo que eran las golosinas de otros tiempos. Para mí pertenecen al patrimonio kiosquero junto a las pastillas DRF y el bocadito Holanda”.
El Gran Libro de las Marcas maneja otra la teoría de que se llamaría Media Hora porque Rufino Meana usaba las sobras de otras golosinas que recolectaba en los 30 minutos que le demandaba limpiar las máquinas antes del cierre.
Llegó a venderse en Chile y para muchos es uno de las golosinas con sabor menos atractivo. Aún así el Gran Libro de las Marcas lo define: “Es un caramelo con sabor a tango”.
