La otra consecuencia del COVID 19: crece la ansiedad a la hora de viajar

Viajar es uno de los placeres más grandes que tiene la humanidad: conocer sitios nuevos, exóticas playas y tradiciones desconocidas suelen ser los objetivos habituales que cada año se proponen muchos a la hora de programar las vacaciones. Este ejercicio de búsqueda de lugares y elección suele generar ansiedad y ahora más, con los problemas que traería el COVID 19.

Y es que todos los protocolos que ha impuesto la pandemia solo para salir de casa, como el uso del barbijo y el alcohol en gel, se suman a los otros tantos temas que se deben tener en cuenta si la idea es salir de viaje. La ansiedad, una vez más, se vuelve protagonista de los viajes con mayor intensidad.

Así lo dio a conocer recientemente Andrew Rosen, que es un psicólogo clínico y fundador del Centro para el Tratamiento de la Ansiedad de Estados Unidos, quien asegura que un 25% de la población muestran rasgos de esta condición al viajar. La cifra aumenta en estos tiempos ya que está demostrado que, cuanto más uno viaje, más riesgos tendrá de contraer la enfermedad viral.

Esta forma de angustia tiene ingredientes que involucran a los nervios por conocer lugares nuevos, además de enfrentarse a desafíos sobre temas como las barreras idiomáticas y otros que pueden ser calificados como imponderables.

Muchas veces este tipo de mecanismo mental puede generar bloqueos de tal magnitud que la gente decide no viajar o los imposibilita a disfrutar la previa. En lo físico se nota en algunos síntomas, como aumento de la frecuencia cardíaca, dificultad para respirar, náuseas e incluso insomnio.

Al respecto, los especialistas sostienen que, con las exigencias que requiere la pandemia a la hora de emprender un viaje, se magnifican ciertos riesgos que suelen suceder en cualquier traslado, como entrega de equipajes, paso por aduana y controles de migración, que generan una cierta tensión.