Nativa de la Patagonia, la aljaba sorprende en primavera por la belleza de sus flores rojas
Con propiedades medicinales, la aljaba es una planta perenne autóctona.Es una planta herbácea perenne que puede alcanzar los tres metros de altura. La aljaba deslumbra en primavera cuando muestra sus bellas flores de color rojo y violeta.
Su fruto es comestible y también lleva el nombre de chilco, que en legua aborigen la describe por crecer cerca de los cursos de agua. La aljaba se cultiva como planta ornamental por sus bellas flores en forma de farolito.

Tanto en Chile como en Argentina también se denomina a la aljaba como Fuchsia magellanica, de la que existen dos variedades: una de flores blanco-rosadas y la más llamativa, que es de flores fucsias.
Crece en sitios húmedos como quebradas, vertientes, bordes de lagunas y ríos, siempre favorecida por la sombra y el sustrato que le prodigan los bosques nativos. Otro de sus usos es para teñir a partir de una sustancia extraída del tronco de la planta.

Pero no solo es una flor bella, también suelen usarse sus ramas y sus flores en afecciones relacionadas con el ciclo menstrual para ayudar a regularizar y también como forma de disminuir los dolores. Además, combate la fiebre, si se toma en combinación con el tilo.
Una leyenda de la naturaleza
La aljaba o chilco también protagoniza una fácula autóctona. La historia cuenta sobre la amistad entre esta planta y el Diucón, un pájaro simpático, gris y poco vistoso que llama la atención por sus intensos ojos rojos.
El Diucón vivía solo y feliz en los bosques. Un invierno, mientras recorría el bosque, escuchó una voz que lo llamaba desde la orilla de un arroyo, en momentos en que nevaba. Allí divisó una flor roja iluminada por un tenue luz, pero tapada por la nieve.
La flor se puso tan contenta de verlo, que la belleza de sus pétalos se multiplicó. Y, le dijo: “Hola, soy Aljaba. No puedo moverme porque por la Madre Naturaleza tengo raíces que se han arraigado firmemente aquí, para poder cumplir mi misión”.
El pájaro con su diminuto pico sacó un cristal de hielo hasta que el primer rayo de sol la iluminó completamente. Con el calor, la aljaba logró despertar y el ave quedó maravillada por sus colores. Las flores, agradecidas con el buen pájaro, le obsequiaron destellos rojos para adornar sus ojos.