Zafiros y algo más: Máxima de Holanda hizo de las suyas otra vez
Tras ser eclipsada por sus hijas, la reina tuvo revancha.
Máxima de Holanda dio que hablar durante las celebraciones por el Día del Rey, jornada dedicada al rey Guillermo I por tratarse de su cumpleaños, el 27 de abril. Si bien en la jornada matutina Máxima quedó eclipsada por los atuendos de sus hijas, se tomó revancha por la tarde apostando a una de sus estrategias más conocidas para revalorizar un atuendo reciclado: las joyas.
Así fue como Máxima Zorreguieta deslumbró con un hermoso collar de zafiros que, según medios especializados, podría haber sido un regalo de la princesa Beatriz. Es que, como bien informó Vanitatis, la otrora reina le regaló dos similares a sus hijos y le habría dado un tercero a Máxima.
Para el concierto virtual de The Streamers, celebrado en el palacio de Noordeinde de La Haya, la nacida en Argentina optó por lucir un mono de Elie Saab de color negro con mangas de encaje más una capa. Tanto Máxima como sus hijas lucieron calzados cómodos para poder bailar y disfrutar de la música como corresponde.
Sin embargo, el collar de la reina Máxima se robó todas las miradas: pertenece a Royal Asscher y está compuesto de tres lágrimas. La inferior tiene un tamaño mayor que las anteriores, con forma de globo giratorio repleto de zafiros. Según los expertos, es la primera vez que la monarca la utiliza para eventos oficiales.
Amalia de Holanda, la heredera que empieza a marcar su camino
Amalia, la hija mayor de Máxima de Holanda y futura reina, también aprovechó el Día del Rey para marcar un hito en su propio camino al trono. La joven que cumplirá 18 años en diciembre lució por primera vez una joya de la colección real y no pasó desapercibida para nadie. Además, fue la precursora en la materia entre todas las aspirantes al trono de su país.
Máxima de Holanda le prestó (o regaló, no se sabe) a su heredera unos pendientes de diamantes y aguamarinas que recibió en el año 2009 de parte del rey Guillermo. Pero la historia no queda allí, ya que las joyas pertenecían a la reina Juliana, la abuela del actual monarca. Finalmente fue la baronesa Armgard von Cramm quien dio el puntapié inicial para que los pendientes llegaran a la Casa de Orange.
