BOSTEZO

Por qué los bostezos son contagiosos y no se pueden reprimir

Estas muestras de cansancio suelen provocar reacciones en cadena.
jueves, 17 de noviembre de 2022 · 15:08

Es una de las curiosidades inevitables, pero si alguien emite un bostezo, quien esté cerca o lo vea tendrá ganas de hacerlo. Puede suceder porque estamos aburridos o hambrientos o ansiosos.

En ese sentido, tal como mencionan los expertos, el bostezo es contagioso. En una nota de la revista Sudoeste, Santiago Plano, investigador del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ, explica que este es un movimiento involuntario.

Es contagioso y no se puede controlar. 

“El bostezo involucra, además de abrir grande la boca y respirar pausado, un estiramiento muscular con extensión de la porción cervical de la columna, un cierre de ojos y lagrimeo”, sostiene. Es tan así que no se puede bostezar a medias.

Aunque esta respuesta puede ser originada por la fatiga, de acuerdo con el especialista, se vincula al estrés, el peligro e incluso con algunas enfermedades. Cuando bostezamos se le suministra oxígeno y nutrientes al cerebro, lo que favorece su correcto funcionamiento.

Ni las principales autoridades del mundo pueden reprimirlo. 

Diversos estudios determinan que hay una relación entre la capacidad básica de empatía y el fenómeno del contagio. Las personas con dificultades para socializar o con lesiones cerebrales no suelen bostezar si ven a alguien hacerlo.

Curiosamente, tampoco no se genera contagio antes de los dos años de edad. Solo por oir o ver una foto de alguien que bosteza, se desencadenan automáticamente reflejos primitivos en un área del cerebro, que es la responsable de la función motora.

El bostezo ayuda a oxigenar el cerebro. 

 

Neuronas espejo

Tal como mencionan los especialistas, para que el bostezo sea contagioso se debe poner en marcha una serie de intervinientes como las neuronas espejo, relacionadas con la capacidad de sentir empatía hacia otras personas.

No se pude controlar. 

Por otro lado, investigadores de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, comprobaron que reprimir un bostezo aumenta las ganas de hacerlo. Cuando se le pidió a un grupo de personas que lo intentaran, lo hicieron más veces.

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