MARIANO IÚDICA
Mariano Iúdica confesó que tuvo una pelea con su mujer que terminó mal
El conductor de "La Noche del Domingo" pasó una mala noche.Es muy habitual que Mariano Iúdica hable de su vida privada en cada uno de los programas que conduce. Lo hizo en “Polémica en el bar” cuando su hija se mudó a Europa y ahora, en su nuevo ciclo del fin de semana de América TV, admitió la pelea que tuvo con su esposa.
Desde hace muchos años, Mariano Iúdica está casado con Romina Propato, bailarina y coach. Por un problema que se ocupó de aclarar, el conductor de “La Noche del Domingo” tuvo una pelea de tal magnitud, que pasó la noche en el cuarto de uno de sus hijos.

Mariano Iúdica reveló que discutió con su esposa y a pesar de lo bien que se llevan, esta vez terminaron la noche, cada uno en una cama por separado. Reveló que el motivo fue a causa de los celos de su perro.
Tal como reveló el productor de TV todo se originó por una pirueta de la mascota que terminó con un golpe en la cara de Propato. Esto generó el enojo de Iúdica, pero lo grave fue que la mujer del conductor consideró que la culpa era de Mariano.
"Yo anoche dormí en el cuarto de Salva (Salvador, su último hijo). Quiero contar lo que me pasó. Lo conté en el camarín y se me ríen", advirtió al aire. "Yo estaba en el sillón, tirado con el control remoto. Ella baja y cuando el perro ve que nos abramos y nos besamos, se pone celoso”, dijo.
Al respecto admitió que el perro es un Golden que, por lo que dio a entender, no soporta cuando la pareja se acerca y siempre se mete en medio. “Levantó el hocico y con el control remoto le pegó a ella en la cara, muy fuerte”. Lo grave es que Romina lo culpó a él.

Un perro, causal de divorcio
Aunque aclaró que el episodio no fue tan grave para él, lo cierto es que la mujer de Mariano Iúdica no lo consideró de la misma manera. “Eso generó una pelea pero no me separé. Me tuve que ir a dormir al cuarto de mi hijo”, reconoció.

El productor se mostró muy apesadumbrado y todo lo acontecido hizo que, por unas cuantas horas, hubiera rispidez y malestar en la pareja. Por suerte, al pasar las horas, el ingrato momento se convirtió en una anécdota que hizo reír a sus compañeros.