Plantas
Las plantas que tenés que sembrar en junio si querés gastar mucho menos en verdulería
Tomá nota de estas recomendaciones.En junio, el calendario de siembra sugiere que es un buen momento para plantar una variedad de verduras que prosperarán en las condiciones climáticas del invierno austral. Existen plantas que son resistente y que pueden crecer en temperaturas más bajas, que prefieren el clima fresco y ofrecen una cosecha rápida.
En los climas fríos, ciertas plantas no solo sobreviven, sino que prosperan. Por ejemplo, el ajo prefiere suelos poco fértiles y resiste bien las bajas temperaturas, desarrollando un sabor más intenso en estos ambientes. El brócoli y la col repollo también son adecuados para climas fríos, con siembras recomendadas después de la última helada de primavera o a principios del verano para cosechar en otoño. Además, la lechuga y diferentes tipos de col se adaptan bien a estas condiciones, siendo ideales para sembrar en otoño y cosechar antes de las heladas. Lo cierto es que existen dos métodos de siembra ideales para esta temporada.

La siembra en almácigo es una técnica hortícola que consiste en la germinación y crecimiento inicial de las plantas en un ambiente controlado antes de su trasplante al lugar definitivo en el huerto. Esta práctica es especialmente útil para proteger a las plántulas jóvenes de condiciones climáticas extremas, como el calor o el frío, y para maximizar el uso del espacio en la huerta.

Los almácigos pueden realizarse en canteros, bandejas multiceldas o macetas trasladables, y son ideales para hortalizas como el tomate, pimiento, cebolla, repollo, coliflor, apio, lechuga, puerro y berenjena. Además, permite seleccionar las plantas más fuertes y saludables para el trasplante, lo que resulta en un cultivo más robusto y productivo. Sin embargo, algunas plantas como la zanahoria, nabo, rabanito y remolacha se benefician más de la siembra directa debido al riesgo de dañar sus raíces durante el trasplante.
Otra opción es la siembra directa, es una técnica agrícola que consiste en plantar semillas grandes directamente en el suelo sin un tratamiento previo del terreno, como la labranza. Esta práctica es especialmente beneficiosa para cultivos como el zapallo, melón, maíz, poroto, remolacha, espinaca y acelga, que son semillas robustas y capaces de germinar y desarrollarse bien en estas condiciones. Además de ser adecuada para semillas grandes, la siembra directa también puede aplicarse a semillas más pequeñas como la zanahoria, perejil, rabanito y lechuga.

Los beneficios de esta técnica incluyen la mejora de la salud del suelo, la conservación de la materia orgánica, la reducción de la erosión y el ahorro en tiempo y recursos al evitar la labranza convencional. Sin embargo, también presenta desafíos como el manejo de residuos de cosechas anteriores y el control de malezas, que pueden requerir estrategias integradas y un período de adaptación para los agricultores que transitan de métodos tradicionales a la siembra directa de algunas plantas.