El truco de la cebolla para limpiar tu parrilla después del asado y dejarla impecable y como nueva

Dentro del mundo del asado y la parrilla, hay muchas tradiciones que se han transmitido de generación en generación. Sin embargo, no todas las prácticas que aprendemos son las más eficaces o saludables. A pesar de lo arraigadas que están ciertas costumbres, existen alternativas que no solo son mejores para la limpieza, sino que también pueden mejorar el sabor de la carne.

Una de las técnicas más conocidas para limpiar los fierros de la parrilla es usar una cebolla partida a la mitad. Este truco consiste en frotar la cebolla sobre las rejillas calientes después de cocinar, lo que elimina la suciedad y la grasa. Sin embargo, aunque parece un método efectivo para limpiar la superficie, tiene un lado menos conocido. Al presionar la cebolla contra los fierros, sus jugos, que contienen azúcares y aminoácidos, caen en el carbón y se caramelizan. A largo plazo, esto genera un sabor carbonizado que puede afectar el gusto de la carne en futuras cocciones.

Para evitar este problema y limpiar los fierros de manera más efectiva, una mejor opción es usar un bollo de papel aluminio. Este material se ajusta perfectamente a las rejillas, permitiendo una limpieza profunda sin dejar restos que puedan interferir con el sabor. Al frotar el bollo de aluminio sobre los fierros calientes, se remueve la grasa y suciedad sin dejar residuos de jugos o azúcares. Tras usar el papel aluminio, se recomienda pasar varias veces papeles húmedos hasta que salgan completamente limpios.

En conclusión, aunque la cebolla es una tradición muy extendida entre los asadores, su uso puede alterar el sabor de los alimentos. Cambiar este método por la limpieza con papel aluminio es una alternativa más efectiva y segura. Además, al finalizar con una limpieza con papel húmedo, te asegurás de que tu parrilla quede impecable y lista para el próximo asado, sin sabores indeseados ni residuos.

La cocción de la carne a la parrilla

Cocinar a la parrilla con carbón o leña es una tradición que muchos disfrutan, no solo por el proceso, sino también por el sabor único que adquieren los alimentos. El humo que se desprende del carbón o la leña impregna las carnes y los vegetales, dándoles un sabor inigualable y característico de esta técnica de cocción.

Sin embargo, es importante tener cuidado con las cocciones demasiado agresivas. Si la carne presenta líneas negras, significa que se ha quemado, y esas fibras proteicas quemadas pueden volverse muy difíciles de digerir. Este tipo de cocción puede causar malestar estomacal, por lo que lo ideal es alcanzar un dorado perfecto, evitando quemaduras que perjudiquen tanto el sabor como la digestión.