JARDINERÍA
4 plantas ideales para esconder la bomba de la pileta o tapar eso que no querés que se vea en el jardín
Estas especies no solo se destacan por su belleza, sino que además aportan un toque estético al ambiente.Si tenés jardín, seguro ya te encontraste con ese “detalle” que te arruina la vista perfecta: un medidor, una canilla vieja, un rincón descuidado o simplemente algo que preferís mantener fuera del radar visual. Porque seamos sinceros: por más amor que le pongas al pasto cortado, a las macetas lindas o a los caminos con piedras, siempre hay algo que rompe la armonía. Pero tranquilos, que la naturaleza todo lo puede. Hay plantas que, además de ser divinas y súper fáciles de mantener, son ideales para cumplir una misión clave: disimular, tapar o directamente esconder eso que no querés que se vea. En esta nota, te traemos cuatro especies perfectas para sumar al paisaje y resolver el problema con estilo, frescura y un toque verde que lo mejora todo. Porque sí, con un poco de ingenio y los cultivos correctos, hasta la bomba de la pileta puede pasar desapercibida como si fuera parte del diseño.

Y ahora sí, vamos a lo importante: ¿cuáles son esas cuatro plantas salvadoras que no pueden faltar en tu patio si querés combinar funcionalidad y belleza? Formio, Laurel de jardín, Equisetum y Pennisetum forman el dream team ideal para cubrir lo que no da mostrar sin resignar estilo y elegancia. El formio (Phormium) es una planta súper versátil originaria de Nueva Zelanda. Resistente, perenne y decorativa, se adapta a casi cualquier terreno. Sus hojas rígidas y alargadas, con un aire exótico, se lucen en tonos que van del verde clásico hasta matices cobrizos, rosados o casi negros, lo que permite jugar con el contraste. Además, al crecer en forma de abanico, funciona como una especie de “pared natural” que no solo tapa, sino que también enmarca y da presencia. Por su parte, el laurel de jardín (Nerium oleander) aporta un toque de arbusto sofisticado: su follaje es denso, de un verde intenso, ideal para crear barreras visuales, y sus flores, que pueden ser rosadas, blancas o rojas, florecen con fuerza durante varios meses, lo que da color y vida al espacio. Aunque es una planta tóxica, su sabor amargo la hace poco atractiva para humanos y mascotas, por lo que los accidentes son raros.


En tercer lugar, aparece la cola de caballo (Equisetum arvense), una especie con un atractivo muy particular y un aire moderno que queda increíble en jardines con diseño más limpio o minimalista. Necesita algo de humedad, así que, si la zona donde querés tapar algo está cerca de la pileta o de una fuente de agua, es ideal. Eso sí, mejor tenerla a raya en canteros, macetas o jardineras, ya que tiende a expandirse de forma algo invasiva. Su crecimiento vertical la hace perfecta para esconder detalles sin ocupar mucho espacio lateral. Por último, está el pennisetum, esa gramínea que parece sacada de un paisaje de revista. Con sus inflorescencias rojizas, suma textura, movimiento y un aire natural al entorno. Se usa mucho para cubrir zonas amplias y bajas o acompañar cercos y bordes, y también va genial en canteros. En resumen, estas cuatro plantas no solo tapan lo que no suma, sino que elevan por completo la estética de tu jardín.


Cuidados de las plantas
Cada una de estas plantas no solo tiene un fuerte impacto visual, sino que también es bastante noble en cuanto a mantenimiento. El formio, por ejemplo, es casi a prueba de todo: le encanta el sol pleno, aunque puede bancarse algo de sombra, y es muy resistente a la sequía. Lo ideal es plantarlo en suelos arenosos y con buen drenaje, pero se adapta sin problemas a distintos tipos de terreno. Un riego ocasional es suficiente para mantenerlo feliz, lo que lo convierte en un aliado perfecto para quienes no tienen tanto tiempo o se olvidan de la regarlo. El laurel de jardín, por su parte, necesita un poco más de atención. Si bien crece bien tanto al sol como en semisombra, prefiere suelos fértiles y frescos, con buen drenaje. Un tip útil: agregá arena al sustrato para evitar acumulación de agua. El riego debe ser moderado, solo cuando notes la tierra seca.

En el caso del equisetum, es importante controlar tanto el espacio como la humedad. Esta planta crece mejor con luz indirecta o semisombra, aunque en climas templados puede soportar algo de sol directo. Eso sí, necesita un sustrato siempre húmedo, sin llegar a encharcarse, por lo que hay que estar atentos al riego regular. Usá tierra rica en materia orgánica y asegurate de que drene bien. Para terminar, el pennisetum es otra opción adaptable, aunque sí agradece estar al menos unas horas al sol directo por día. En zonas frías, conviene plantarlo en un sitio resguardado del viento. Se adapta tanto a suelos secos como húmedos, pero siempre necesita buen drenaje. En verano, aumentá el riego para acompañar su crecimiento y mantener esa espectacular floración que lo hace destacar. Con estos cuidados simples, tu jardín va a estar cubierto, lindo y bien mantenido todo el año.