A 25 años de la pérdida más grande de Alba Flores: la imborrable y eterna canción que le escribió

En apenas dos semanas, la actriz sufrió dos impactos dolorosos.
sábado, 30 de mayo de 2020 · 04:21

Con apenas ocho años de vida, Alba Flores tuvo que afrontar dos dolorosos reveses en su vida: la muerte de su abuela, Lola, y la de su papá, Antonio. Pero la actriz de “La casa de papel” siempre tuvo apoyo familiar y salió a flote.

La pérdida de “La Faraona” fue un gran quiebre en la familia, pero algo esperable, ya que estuvo 22 años luchando contra un cáncer, pero el fallecimiento del papá de la actriz no, tuvo que crecer sin su referente paterno.

Alba fue la única hija de Antonio y su nacimiento le cambió la vida por completo. Eran como dos especies de calcos, ya que la pequeña era muy Flores, con sus rasgos bien marcados y hasta el mismo carácter.

La pequeña y su papá se pasaban casi todo el día juntos, correteaban por el gran jardín de la casa en Marbella, subían a los árboles, disfrutaban la vida juntos: “Soy un poco niño”, decía por ese entonces la chiquilla que apenas tenía cuatro años.

Ya desde ese entonces, Alba mostraba su amor por la naturaleza y los animales, como lo hizo hace unas semanas al confesar que era vegetariana. A principios de los 90, visitó el programa “Hablando se entiende la vasca” y Antonio contaba: “Quiere ser inventora para hacer puentes colgantes y que no haya que cortar árboles”.

La infancia de la actriz fue más que dura. Previamente a la muerte de su padre, y posterior también, sufrió discriminación en el colegio. En 2018 contó que una compañera le preguntó si era gitana, al darle una respuesta positiva, “fue corriendo para decir a las demás: 'Tirad el plato, que estamos comiendo comida de gitanos'. Vete a saber lo que le contarían en casa”.

El nacimiento de la hija de Antonio provocó la alegría más grande del cantante. Así es como compuso su canción preferida y de las más escuchadas en España y Latinoamérica: “Alba”, esa que señala en su estribillo: “No sé por qué, dos estrellas bajaron para rizar tu pelo; no sé por qué, dos cometas se convirtieron en tus ojos negros. Tan bonita, tan morena, tan gitana como era... la flor que siempre quise en mi jardín”.

Hoy, a 25 años de la partida de Antonio, Alba Flores tiene buenos pero no muchos recuerdos. “El recuerdo de mi padre es subjetivo y muy particular. Nadie me ha dicho nada malo. Igual dicen que era pesado o que conducía mal, pero nada de eso es malo”.

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