Sudáfrica

“La voz de los que no tienen voz”: falleció Desmond Tutu, símbolo de la lucha contra el apartheid

Desmond Tutu fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1984.
domingo, 26 de diciembre de 2021 · 09:22

El arzobispo emérito Desmond Tutu, una de los rostros más importantes en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, falleció hoy a la edad de 90 años. Aunque su objetivo de reconciliación no se alcanzó completamente, su legado en el país africano es imborrable.

“La muerte del arzobispo emérito Desmond Tutu es otro capítulo de pérdida en el adiós de nuestra nación a una generación de destacados sudafricanos que nos legaron una Sudáfrica liberada", afirmó el presidente Cyril Ramaphosa en el comunicado que anunció el fallecimiento del religioso.

Fuente: (El Mundo).

Ramaphosa aseveró que Desmond Tutu fue un “patriota sin igual” y un “hombre de un intelecto extraordinario” que no solo luchó contra las fuerzas del apartheid, sino que también se mantuvo vigilante frente a los líderes en democracia para exigirles responsabilidades.

 

La lucha y la reconciliación

Originalmente maestro de escuela, Desmond Tutu luego se ordenó pastor anglicano y desde la Iglesia llevaría adelante los reclamos contra el régimen de segregación racial de Sudáfrica, sobre todo, tras ser designado secretario general del Consejo de Iglesias del país africano en 1978.

Tutu fue el primer hombre negro en convertirse en decano de la catedral anglicana de Johannesburgo.

"El apartheid, el desarrollo separado o como se llame, es malvado. Es anticristiano y antibíblico”, afirmaba el líder religioso en 1982, en protesta contra las fuerzas del régimen.

Si alguien me demuestra lo contrario, quemaré mi biblia y dejaré de ser cristiano.

A Tutu también se le atribuye la famosa frase: “Si sos neutral en situaciones de injusticia, habrás elegido el lado del opresor”.

Tal fue su lucha no violenta contra el régimen racista que, en 1984, recibió el Premio Nobel de la Paz, galardón que obtendría años después el primer presidente de la democracia de Sudáfrica, Nelson Mandela.

Bajo su presidencia, Mandela encomendó a Desmond Tutu, a quien llamaba “la voz de los que no tienen voz”, encabezar la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que se encargaría de echar luz sobre las barbaridades cometidas por los funcionarios del apartheid.

Tutu junto con Nelson Mandela.

En el segundo día de audiencias, en las que hablaron víctimas y verdugos, Desmond Tutu escondió la cara entre sus manos y rompió en llanto.

Durante dos años, los ciudadanos de Sudáfrica y del mundo se enteraron en primera persona de la tragedia a la que se había sometido a la población negra durante más de cuarenta años.

Momento en el que Tutu rompió a llorar durante las audiencias de la Comisión de la Verdad.

La Comisión liderada por Tutu fue, no obstante, muy diferente a las demás: se les daba la oportunidad de amnistía a los responsables que confesaran sus crímenes, siempre y cuando revelaran los hechos de manera completa.

Aunque muchos estuvieron en contra de este beneficio, Tutu consideraba que la tarea de la Comisión y de la Justicia era no tanto “castigar como en corregir los desequilibrios y restablecer las relaciones rotas”.

En democracia y contra los más conservadores de la Iglesia, defendió la eutanasia y los derechos de los homosexuales.

En otras palabras, los juicios contra los responsables del apartheid deberían ser “como una cámara de incubación para la sanación nacional, la reconciliación y el perdón”. Sin embargo, el Gobierno prácticamente no siguió sus consejos. Por ejemplo, no se procesó a los responsables que no participaron de la Comisión.

Tampoco se dispuso el impuesto a los más ricos, defendido por Tutu, para intentar reducir las profundas diferencias entre la población negra y la blanca, algo que continúa hasta el día de hoy.

En 2010, se retiró de la vida pública, pero continuó con sus denuncias contra la corrupción.

"La manera en cómo gestionamos la verdad una vez dicha define el éxito del proceso. Ahí tuvimos un trágico fracaso", reconoció tristemente el arzobispo en 2014.

Al jubilarse y dejar la Iglesia Anglicana, se le detectó un cáncer que le trajo varias complicaciones en los años posteriores. Pese a su partida hoy, su huella quedará intacta, como la de Mandela, en la historia de Sudáfrica.