Chile: cuáles son las dramáticas consecuencias de los residuos tóxicos generados por una empresa sueca

Hay viviendas empapadas de arsénico, plomo, mercurio y cadmio, metales que afectan la salud de la población.
miércoles, 14 de julio de 2021 · 18:30

La ciudad de Arica, ubicada al norte de Chile, vive desde hace 36 años una dramática situación, producto de la contaminación provocada por los desechos tóxicos que una empresa minera de origen sueco ha vertido durante décadas en el territorio.

El Gobierno del país trasandino estima que son más de 12 mil los afectados por la contaminación debido al descarte de metales pesados como arsénico, plomo, mercurio y cadmio.

 Los pobladores de la zona intervinieron el lugar donde hay desperdicios tóxicos para advertir sobre su peligrosidad.

Muchos de los vecinos de Arica sufren serios problemas de salud, que van desde lesiones en la piel hasta enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cáncer y problemas en las mujeres para llevar a término sus embarazos.

La gran mayoría de la población vive en zonas aledañas a los relaves donde se acumulan los residuos tóxicos y están permanentemente en contacto con ese material que, en muchos casos, se encuentra en los patios de las casas.

Los metales pesados pueden generar un conjunto de disfuncionalidades y tienen efectos a nivel cerebral.

 

La responsabilidad de las mineras

Los residuos tóxicos provienen de la actividad de Boliden, una empresa minera de origen sueco que es responsable de haber vertido las sustancias en los alrededores de Arica. Entre 1984 y 1985, trasladó casi 20 mil toneladas de desechos desde su planta en Suecia hacia este poblado de Chile.

Todos los desperdicios fueron recibidos por la empresa chilena Promel, que se suponía que tendría la tarea de procesarlos. Sin embargo, el trabajo nunca se hizo, la empresa ya no existe y el material tóxico fue descartado sin ningún tipo de medida protectora en los alrededores de Arica.

En 1998, las autoridades reconocieron que en Arica hay un grave problema. 

La situación se agravó notablemente a partir de 1989, cuando se autorizó la construcción de viviendas a pocos metros de este basurero minero. En un informe de la desaparecida Promel, aseguraron al Servicio Nacional de Salud de Chile que el material no era peligroso para las vidas humanas. Sin embargo, las consecuencias están a la vista.