Excapitana de la selección de fútbol de Afganistán llama a las jugadoras a quemar sus uniformes
El miedo y la incertidumbre por un nuevo gobierno talibán atraviesa a las mujeres del país asiático.Es tanto el temor que el movimiento Talibán representa para las mujeres de Afganistán, que la excapitana de la selección afgana de fútbol femenino Khalida Popal pidió a las jugadoras hacer un sacrificio para protegerse a sí mismas. La organización islamista radical todavía no anunció específicamente qué podrán y que no podrán hacer las mujeres bajo su gobierno.
Popal indicó en un mensaje grabado que no solo las jugadoras sino también las activistas por los derechos de las mujeres del país centroasiático están preocupadas y asustadas por lo que puede llegar a venir. Por ello, con pesar las llamó a borrar sus identidades.
“Hoy les digo que bajen sus nombres, eliminen sus identidades, bajen sus fotos por su seguridad. Incluso las llamo a quemar o a deshacerse de sus uniformes de la selección nacional de fútbol”, afirmó la deportista y activista.
Pedirles esto a sus compatriotas le duele, contó a Reuters. “Es doloroso para mí, para alguien que es una activista y que se plantó e hizo todo lo posible para alcanzar y ganarse su identidad como jugadora de la selección nacional de fútbol”, lamentó.
Todos los logros y todos los sueños simplemente se desvanecieron.
Una pionera
Popal nació en Kabul, la capital de Afganistán, en 1987. Como su familia era altamente progresista, comenzó a jugar al fútbol desde chica. Con ayuda de su madre reclutaron a otras niñas en las escuelas y, a partir de 2003, comenzó a jugar de manera profesional. En 2007 fue la primera capitana de la selección de fútbol femenino.
No obstante, al lograr notoriedad y alzarse como estandarte de los derechos de las mujeres afganas, pronto fue objeto de amenazas de muerte. Por ello, en 2011 emigró hacia India y luego hacia Dinamarca donde vive ahora. Actualmente, dirige una organización sin fines de lucro llamada Girl Power, cuyo objetivo es crear oportunidades para las niñas en Afganistán, Pakistán y para las refugiadas en Europa.