Japón
Si perdés algo, lo vas a encontrar: así es la increíble política de objetos perdidos en Japón
Las raíces de esta tradición pueden encontrarse siglos atrás en el país asiático.Japón tiene un sistema que en otros países puede parecer insólito: un refinado aparato estatal para gestionar los objetos que pierden sus ciudadanos.
El procedimiento es simple. Si una persona en el país asiático encuentra un objeto perdido en algún espacio público, se acerca a una de las “Koban” (estación de policía de Japón) para dejar sus datos y entregarlo. Casi siempre, las devoluciones a sus dueños ocurren el mismo día.
No obstante, si no son reclamados durante un período de tiempo determinado, los ítems son enviados a la oficina central de objetos perdidos. Si después de tres meses el objeto sigue sin ser reclamado, la persona que lo entregó puede quedárselo, pero si no lo desea será otorgado a la ciudad. Como por ejemplo en Tokio (la capital de Japón), que puede ser vendido en una subasta.
A la central llegan desde billeteras hasta muletas y dientes postizos. No obstante, son los celulares los que tienen una mayor tasa de retorno a sus dueños, mientras que los que quedan por siempre olvidados son los paraguas. El año 2019, representó un récord de entregas de objetos perdidos en la tercera mayor economía del mundo, con 4,15 millones de ítems.
La cultura japonesa
Una oficial de policía entrevistada por la BBC, contó que lo que más le sorprendió fue cuando una persona se acercó a entregar un sobre que tenía dinero, equivalente a 8.800 dólares. Sin embargo, esto no es del todo extraño en Japón.
Yukiko Igarashi, jefa del Centro de Objetos Perdidos de Tokio, indicó: “Durante más de mil años, Japón ha tenido una ley sobre la propiedad perdida”. Además, esta tradición se une al concepto japonés de “ojo de la sociedad”, que evita que las personas incurran en prácticas indebidas.
"A los japoneses les importa mucho cómo otra gente ve su conducta, así que la actitud hacia la propiedad perdida está vinculada a su imagen en la sociedad", explicó el profesor Masahiro Tamura de la Universidad de Kyoto Sangyo.