Israel

Israel va a usar agua desalinizada para rellenar el mítico mar de Galilea

El país hebreo logró salir de su déficit de agua dulce gracias a la desalinización.
sábado, 16 de abril de 2022 · 20:30

Israel quiere usar agua desalinizada para luchar contra las consecuencias del cambio climático y la sobreexplotación del mar de Galilea: planea una gigantesca obra de infraestructura para rellenar el lago y asegurar su caudal en las próximas décadas.

Aunque hay algunos períodos de abundancia, en líneas generales este lago situado al norte del país hebreo se va drenando por la escasez de lluvias, el aumento de las temperaturas y un mayor uso de sus aguas. Los pronósticos para el largo plazo tampoco son nada alentadores para Israel.

La ubicación del mar de Galilea.

“Algunos modelos predicen que tendremos menos precipitaciones en general, una bajada del 10 al 15 % a partir de la segunda mitad del siglo XXI", indicó Noam Halfon, investigador de los servicios meteorológicos de Israel.

La población se duplica cada 30 años. Sin este proyecto, la situación será terrible.

El mar de Galilea ya funcionaba como reserva acuífera para Israel.

El proyecto de llevar el excedente de las plantas desalinizadoras del centro del país al mar de Galilea (también llamado lago de Tiberíades) representa una inversión de 310 millones de dólares y las obras ya empezaron. Actualmente se están instalando los caños que trasladarán el agua hacia el mítico espejo de agua.

 

Una política contradictoria

Israel lleva décadas perfeccionando su tecnología. Tanto es así que el país dirigido por Naftali Bennett es una de las mayores potencias mundiales en desalinización del agua. Sin embargo, llama la atención que, para luchar contra los efectos del cambio climático en el mar de Galilea, la alternativa sea la desalinización.

El 16 % del agua potable de Israel proviene de las plantas desalinizadoras.

Lo que sucede es que las plantas que transforman el agua de mar en agua dulce necesitan una gigantesca cantidad de energía. Así, la energía hidroeléctrica y nuclear producida en Israel no alcanza para hacer funcionar las fábricas: también necesitan del carbón y el gas, dos combustibles que contribuyen a alimentar la crisis climática.