Tonga
De la erupción del volcán a estar tapada de plástico: el nuevo problema de Tonga
El país insular fue alcanzado por un tsunami y tapado por cenizas, en enero pasado.
Tonga padeció las consecuencias de una de las erupciones volcánicas más potentes de los últimos años, después de que el volcán submarino Hunga Tonga Hunga Haapai entrara en actividad, a principios de año.
Un tsunami barrió las costas de algunas de las islas que componen el país oceánico, muchas casas fueron destruidas, el cable de internet que conectaba a Tonga con el resto del mundo se rompió y las cenizas taparon las reservas de agua potable. El daño era inmenso, pero llegó ayuda extranjera.
Las potencias oceánicas de Australia y Nueva Zelanda salieron al rescate. El Gobierno australiano, por ejemplo, envió a Tonga 114.600 litros de agua potable. Sin embargo, esta ayuda llegó en forma de botellas de plástico de un litro y medio, y ahora el país insular tiene 86 mil botellas vacías como residuo.
Por ello, el nuevo desafío es saber qué hacer con todas estos recipientes plásticos, cuando Tonga no tiene planta recicladora. Recientemente, el grupo No Pelesitiki Campaign (Campaña de Cero Plástico) se puso manos a la obra y un grupo de voluntarios recolectó los residuos plásticos de 1.500 hogares.
Esta enorme cantidad de plástico fue compactada y enviada a Australia, donde será desechada. Sin embargo, sin un sistema de recolección específico para reciclado, se trata de una tarea muy ardua para los voluntarios, que tienen otros trabajos de tiempo completo.
Por eso, la Autoridad de Desechos Sólidos de Tonga adelantó que lanzará un nuevo servicio de reciclado, para recolectar las botellas de plástico y de vidrio. Este apuntará a involucrar a toda la ciudadanía, para inculcar una consciente separación de los residuos y su importancia para el medioambiente.
La erupción volcánica
El 15 enero de 2022, el volcán Hunga Tonga Hunga Haapai entró en erupción. El movimiento telúrico fue tal que no solo provocó el tsunami que llegó a las costas de Tonga, sino que causó olas de gran altura en diferentes puntos del Pacífico.
La detonación del volcán fue tan potente que la NASA calculó que fue cientos de veces más fuerte que la bomba atómica que destruyó Hiroshima. No resulta extraño, entonces, que la erupción haya sido escuchada desde Alaska (en el extremo norte del Pacífico) y captada por los satélites.
