Olfato
Una pérdida rápida del olfato predeciría la demencia, según un nuevo estudio
La enfermedad de Alzhéimer es uno de los tipos de demencia que podrían anticiparse.La relación entre la pérdida gradual del olfato y la demencia en los adultos mayores ya fue descripta en estudios anteriores, pero una nueva investigación apunta a que una pérdida rápida de las capacidades olfativas podría ser incluso un mejor indicador para prever la pérdida cognitiva asociada a esta dolencia, particularmente, el Alzhéimer.
El estudio fue realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Medicina de Chicago, que se basó en el seguimiento a 515 adultos mayores llevado adelante por alrededor de 20 años. Los voluntarios fueron sometidos a pruebas anuales que incluían exámenes para evaluar el olfato, un sentido muy vinculado a la memoria.
"Nuestra idea era que las personas con un sentido del olfato que disminuía rápidamente con el tiempo estarían en peor forma —y tendrían más probabilidades de tener problemas cerebrales e incluso el propio alzhéimer— que aquellas en las que este disminuía lentamente o mantenían un sentido del olfato normal", detalló Rachel Pacyna, la principal autora del estudio.
A unas 100 de las 515 personas se les diagnosticó demencia. Aquellas que no habían experimentado los síntomas clásicos del alzhéimer, pero habían tenido una pérdida rápida en sus capacidades olfativas eran un 89% más proclives a desarrollar condiciones de pérdida de memoria que aquellas cuyo sentido del olfato se perdía más lentamente.
Más estudios
El profesor Jayant Pinto, otro de los autores del estudio, sugiere que los test olfativos en las personas mayores deberían pasar a ser tan normales como los auditivos o los de la vista. En este sentido, los investigadores quieren hacer pruebas con estos tests en clínicas para adultos mayores, para poder hacer un seguimiento de los primeros signos de la demencia.
Pacyna remarcó la importancia de avanzar en estas pruebas del sentido del olfato: “Si pudiésemos identificar qué personas están más en riesgo (de desarrollar esta enfermedad) cuando atraviesan sus 40, 50 o 60 años, podríamos potencialmente tener suficiente información como para inscribirlos en ensayos clínicos y desarrollar mejores medicamentos”.