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“Coronados de gloria vivamos”: tras 36 años, Argentina es campeón y el fútbol es un poco más justo

La selección levantó la copa, consiguió la tercera. Un camino a puro sudor, lágrimas y pasión.
domingo, 18 de diciembre de 2022 · 20:54

Terminó el mundial, con Argentina en la gloria. Aún es increíble, si, in - creíble porque muchos todavía no lo podemos creer y vaya a saber uno si en algún momento lo haremos. Pasaron 36 años desde que salimos a las calles a festejar y ver al mejor del mundo levantar la dorada. Hoy volvió a suceder, como si fuera una recreación pensada u organizada, ahí estuvo Messi siendo el Diego del 86.

Y como si fuera poco, el Diez tuvo su mejor mundial con una perfección repleta de belleza. Asistió, recuperó, se enojó y convirtió goles de todas las formas posibles. La peleó porque lo presintió, era ahora y los jugadores así lo demostraron. 

Diego en el 86', Messi en el 2022. Fuente: (Twitter).

A Qatar llegamos con una ilusión prudente, calma y reservada. Veníamos de ser campeones de América, de salir invictos en las eliminatorias y ganar 3 a 0 ante Italia en la Finalísima. Pero el golpe llegó rápido, en el primer partido del mundial con Arabia Saudita. Ese 2 a 1 fue fuerte y nos puso en un futuro incierto. Debíamos confiar y así fue, el seleccionado argentino barajó de nuevo para poder dar las cartas del juego desde un lugar distinto con cambios que nos presentaron el futuro de la selección, el protagonismo de un Julián Álvarez imparable y un joven Enzo Fernández, que rompió todas las estructuras.

México fue la prueba de fuego, sabíamos que si perdíamos la vuelta iba a ser devastadora. En las tribunas los hinchas mexicanos coreaban “¿Dónde está Messi?”, ahí estuvo en el momento preciso para demostrar que su último mundial no iba a terminar ahí. Polonia llegó y el avance fue prácticamente arrollador, con un equipo dispuesto a no claudicar. En octavos, nos topamos con Australia, en donde la Scaloneta luchó desde el minuto uno. La zurda de Messi, la garra de Álvarez, y la templanza del Dibu, nos dejó con el corazón en la boca, pero con el pase a los cuartos de final.

La victoria tras el último final. Fuente: (Reuters). 

Contra Países Bajos y con toda la fe del mundo, enfrentamos uno de los partidos más fuertes que íbamos a vivir, sin imaginar lo que iba a venir después. Declaraciones previas al partido por parte de Van Gal que no hizo otra cosa que inflar el pecho bien argento de los jugadores. Fue un juego dominado por Argentina, con uno de los mejores centrales convertido en muralla y la promesa, encarnada en Molina, llegábamos al triunfo. Pero, tuvimos que sufrir cómo si fuese una cábala infaltable. Los neerlandeses empataron y la definición desde los 12 pasos nos alertó que, si queríamos consagrarnos, las palabras de Goyeneche iban a concretarse: “Primero hay que saber sufrir”.  

La locura fue tal, que no podía ser otro que el Dibu Martínez el que se convirtiera en el héroe de esta camada. Dos atajados y un Lautaro Martínez que rompió tanto el arco como la mala racha que lo perseguía, llegamos a la semifinal y la jugamos con todo el corazón a flor de piel. Pasamos con una victoria magistral, 3 a 0 y ese vació que se sentía. Si, era el sufrimiento de los últimos minutos que Argentina debía enfrentar. 

Con la copa mundial levantada. Fuente: (Reuters). 

Sin dudas, el cuerpo técnico con un payasito Aimar que había pasado del llanto al punto de la taquicardia a una risa de saber que estábamos en la final y un plantel que tenía la confianza y el amor como bandera. Y cómo no pensar en Scaloni, con todo el intelecto colmado por la emoción. Se veía lo más “temible” y tenía que ser acá. Argentina desplegó un fútbol de poesía y Francia, el último campeón, no encontraba el rumbo, pero esta era la final y se convirtió en la mejor de la historia. La remontada francesa nos hizo temblar el cuerpo y nos hizo sentir esa cuota de injusticia, una vez más. Fue en ese momento justo, que no claudicamos nuestros sueños ni el sueño de él.

Los penales, otra vez. Y claro, si empezamos con sufrimiento como íbamos a terminar sin él, si hasta nuestra historia escrita por los próceres nos lo indicaron con su “Coronados de gloria vivamos. O juremos con gloria morí”. La serie terminó 4 a 2 y a festejar lo que tantos años deseamos. A disfrutar de Messi consiguiendo lo que tanto soñó, a ese nuevo Dios más humano que nunca, la de los más jóvenes con miras de futuro prometedor y un pueblo con una risa que confirma que el fútbol y este mundo, ahora es un poco más justo.