Carísima: Gloria Argentina, alimentada a bombones

Sabido es que este prestigioso medio no se hace cargo de lo que publica, pero, eso sí, paga unos sueldazos de la ostia. Sin embargo, la ambición pudo más y agarré otro currito, perdón, otro trabajo: ”image consultant” de la vice. Sí, sí, sí, asesor de imagen de nuestra Gloria. Es tiempo de invertir en ella, sus acciones están por el piso. Tanto que si siguen bajando pueden llegar a usarlas para el fracking. Pero no, eso no va a pasar, porque muy pronto saldrá a la luz toda la verdad y podremos demostrar que ella es víctima de una confabulación. ¿Venezolana iraní? Nop. ¿Anglo mapuche? Tampoco. ¿Anarco-bolchevique? Menos. Nuestra vice sufre en carne propia por una conspiración familiar, lo dicho: fa-mi-liar.

Empezando por sus señores padres que la bautizaron así: Gloria Argentina, criaturita de dios. Eso es poner las cosas difíciles desde el vamos. En vez de una Alejandra, una Marcela, hasta una Laurenciana, te digo, un nombre cualunque, del montón, medio al voleo, no, van y le chantan semejante rótulo: Gloria Argentina. Una persona que se llama así llevará sobre sus hombros un destino más pesado que poncho de mármol. La necesidad de estar a la altura de las circunstancias. La presión por dar la talla. La obligación de, tarde o temprano, ser noticia. Y vaya que lo es. No pasa un día sin que la escrachen a la pobre. Ahora saltó la liebre con lo de los bombones. Nuestra sufrida mártir se patinó más de 4 palitos en bombones. Dulce mujer. Claro que no los pagó ella, sino la legislatura, o sea usted, amable lectora, amable lector.

Pero, espere, no se sulfure, yo le voy a explicar. Gloria está dejando el pellejo en esta patriada. Ella, que por gracia de dios no viene de la política, evidentemente está rodeada de golosos que le hacen firmar cualquier cosa. Es por todos conocido que en la legislatura el más lento se monta un avestruz al trote. Empezando por su hermano Macana, el bienaventurado Pablito Ruiz. Si a nadie escapa que la ambición puede tanto volar como arrastrarse, en el caso de Pablín, también navega. Y salpica. Y no de agua, precisamente. Su hermana le tendió la mano, allá en los dulces años plotterienses, cuando ella lo cobijó y más que eso: lo hizo su mano derecha. ¿Y a que no saben lo que hizo el ingrato con esa mano? ¡Efectivamente!  La puso en la lata (de bombones).

A decir verdad, latas, no lata, latas, 200 latas de bombones: 100 latas tipo bombé de $21.000, 40 latas modelo corazón chico de $25.000 y 60 latas estilo fósforo de $17.000. Un total de $4.120.000 (cuatro millones ciento veinte mil morlacos) según detalla la factura emitida por Desiree, Chocolates del Alma, de la calle Belgrano 300, en Plottier, el 17 de octubre de este año. ¿Se fijó la fecha? Sí señora, sí señor, 17 de octubre, san Perón. Está más que claro entonces que los bombones no eran para nuestra Gloria sino para los korruptos de siempre. Más allá de esta prueba concluyente, es justo reconocer que los Ruiz no se olvidan de sus orígenes y, cual Hansel y Gretel, buscan los dulces en la querencia. Porque mire que hay chocolaterías más cerca, pero no, los bombones de Plottier tienen ese qué sé yo, ¿vio?

¿Usted no los probó? No sabe lo que se pierde. Gustos únicos: chocolate y transa, mousse de cometa y dulce de leche con lujos. No por nada el local se llama Desiree, esto es, "deseada" en francés. ¿Quién no quiere tener una bombonería así? Por eso llama poderosamente la atención que la Cámara Argentina de Gastronomía Artesanal, Delicatessen y Afines (CAGADA) no haya salido a respaldar a los Ruiz. Así, en plural, que son legión: hermanos, cónyuges, primos, vecinos, amantes, exsocios. La generosidad de Gloria pa’ acomodar a su gente es proverbial. Ya desde los años, apacibles años, en su querida Plottier ha enriquecido las nóminas con familiares y allegados que, ya está visto, tan mal le pagan. Y a este punto quería llegar. Porque si a la pobre Gloria la enchastran así no es por culpa de ella, alma noble, sino de su perverso entorno, empezando por la parentela. Pueden estar más sucios que una papa, pongalé, no sé, pero desagradecidos, eso sí no se discute. Nunca se muerde la mano de quien te da de comer. Menos, si son bombones.

Pero quiero regresar al génesis del asunto, más precisamente al pecado original. Así como al principio de los tiempos Adán y Eva la enchastraron ya sabemos cómo, miles y miles de años después Don José Ricardo Ruiz y Doña Eva Rosa Aranda la empiojaron para siempre al pasar por el registro civil. Porque muy otra hubiese sido esta historia si en lugar de Gloria Argentina la hubiesen nombrado Soledad. Evidentemente, no estaría rodeada hoy de malandrines y alcahuetes. Así las cosas, y ante la imposibilidad de cambiar los hechos, le he recomendado a mi cliente que se cambie el nombre. "Cambiate a Dolores", le dije. Resulta que me escuchó mal y cambió dólares. Así no hay caso, Gloria querida, así no hay caso…

Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de este Minuto Neuquén.