ABUSO SEXUAL ECLESIÁSTICO
El Modelo Croxatto: sobre llovido, mojado
Lazos entre el show de sanación y la denuncia contra uno de sus sacerdotes preferidos.Durante la celebración inaugural del Año Santo 2025, Fernando Croxatto, en tocante ceremonia, abrió las puertas de la catedral neuquina… mientras bloqueaba en Instagram a quien lo denuncia por encubrimiento en un caso de pedofilia. Rápido de reflejos, y aprovechando que la puerta estaba abierta, monseñor se mandó a mudar de Neuquén sin dar explicaciones sobre ese asunto ni tampoco sobre el escándalo con la ex vicegobernadora, Gloria Argentina Ruiz. Antes de rajarse, eso sí, nuestro buen pastor demandó "que cada uno de nosotros atraviese esta puerta con un corazón dispuesto al encuentro con dios y con los demás, dejando atrás el peso del pecado, sin detenernos en los miedos y desafíos del presente". Estupenda propuesta, Croxatto: empecemos por usted.
Cuéntenos, ¿a qué le tiene miedo, Fernando? ¿Por qué no habla? ¿Por qué, pasados ya más de cinco meses, y a un costo para los contribuyentes de más de 32 millones de pesos, todavía no nos cuenta cómo se llegó al espectáculo salvífico de la más que cuestionada Leda Bergonzi? A propósito de los desafíos del presente, con ese corazón dispuesto del que usted habla, y en su condición de obispo argentino: ¿qué tal si hace algo para reparar a las personas que han sobrevivido al abuso sexual eclesiástico? ¿Qué le parece, monseñor, si, al menos, alguien en el obispado se digna siquiera a contestar estas preguntas que no aparecen en el sitio oficial de la diócesis y que desde hace más de una semana, esperan respuesta: ¿Qué se hace y cómo frente a una denuncia de abuso sexual eclesiástico en la diócesis? ¿Existe algún protocolo? ¿Cuál es? ¿Dónde se puede consultar?

Se le realizan estas preguntas por correo electrónico, Croxatto, porque usted no contesta los mensajes de WhatsApp. ¿No tiene señal? ¿Será porque sigue instalado en ese lugar llamado El soberbio? Caramba, qué coincidencia, monseñor, usted se marcha de Neuquén y se pone a predicar en semejante localidad misionera. Todo un símbolo. Prepara a otros para una misión en el Perú, mientras su propio obispado rechina por los cuatro costados. Bueno, le hago un resumen, Fernando, de lo que sacerdotes, laicos y laicas de su diócesis revelan acerca del tristemente célebre caso Ruiz/Croxatto/Bergonzi y su relación con una nueva denuncia sobre abuso sexual eclesiástico, esta vez contra uno de sus más dilectos hijos espirituales.
A principios de 2024, desesperada por la salud de su hija, una familia de Plottier soñó con llevar a la niña a Rosario, en busca de un milagro de sanación operado por la popular Leda Bergonzi. La salud de la criatura era tan extremadamente delicada que los médicos descartaron semejante posibilidad. El plan de la familia, entonces, pasó a ser que viajara a nuestra provincia la propia sanadora rosarina. Los padres de la niña recurrieron así a algunos sacerdotes de confianza quienes rápidamente dispusieron lo necesario para que se oficiara una sencilla ceremonia en una de las parroquias más pequeñas y alejadas del valle.

Ahí es donde entra usted, Fernando. Porque enterado del caso, decidió subir la apuesta y cambiar los planes: de un ritual humilde y de escala personal a una exhibición multitudinaria y a todo trapo en el estadio Ruca Che. Los sacerdotes que hasta allí habían mediado decidieron dar un paso al costado sin prestase al show. Pero usted siguió en la suya y, para ponerle la frutilla al postre, decidió hacer de la movida algo rentable. Recurrió entonces a la muy católica magnanimidad de Gloria Argentina Ruiz quien, con la transparencia que le conocemos, dispuso de un dinero que no era de ella ni suyo, sino nuestro. Por si fuera poco, oh maravilla, en la volteada cayó una yapa de 10 millones en la cuenta de su diócesis.
Claro que todo esto ocasionó no solamente gastos, también demoras. Demoras que la salud de la niña (justísima razón de todo este asunto) finalmente no resistió. Pero lo importante para usted, Croxatto, era mostrar poder, hacer alarde, de la multitud, del despliegue, las luces, las fotos, la fama, en fin… Sin embargo, sucede que sobre uno de los sacerdotes que se sumaron a su circo vanidoso pesaba una investigación eclesial por abuso de un niño. Se supone que usted no tiene hijos biológicos, monseñor, así que le explico: semejante muestra de impunidad subleva hasta a la más católica y humilde de las familias. Por eso mismo, los padres del niño decidieron radicar una denuncia penal contra el sacerdote a quien, hasta entonces, usted había protegido.

Sí, sí, lo suyo es de manual, Croxatto. Usted es el ejemplo viviente del típico proceder episcopal ante casos de violencia sexual en la Iglesia Católica: esperar, silenciar, ocultar, calcular. Todos verbos de la primera conjugación, como mudar. Porque, en un principio, usted mudó al sospechoso a Buenos Aires, a ver si lograba zafar (otro verbo con ar). Luego lo mantuvo medio escondido en dos parroquias, suficiente tiempo como para pensar que todo se iba a olvidar (más de lo mismo). Pero entonces, ¿para provocar?, no tuvo usted mejor idea que mandar al sospechoso, literalmente, al frente. Al frente del escenario, en un Ruca Che colmado de fieles. ¿Qué le pasó, Fernando? ¿O qué le pasa? ¿En qué mundo vive? ¿No puede ver que semejante proceder no es cristiano ni tan siquiera humano? ¿No sabe que no se le debe hacer eso a una familia que sufre? ¿No comprende que tal comportamiento expone un alarde de sadismo?
Evidentemente no. No se conduele usted ni por el niño, ni por su familia. Así como no se condolió por sus antiguos compañeros de la Acción Católica Argentina, abusados por su padre espiritual, el también obispo, Abelardo Silva. Pero usted es algo peor que indiferente al dolor, monseñor. No solamente no se apiada de la familia que está sufriendo: hace que se sienta amenazada. ¿Y sabe qué? Es el sentimiento adecuado, legítimo. Para esa familia y las miles de familias que en la provincia del Neuquén envían a sus hijos e hijas a instituciones católicas. ¿Cómo no sentirse bajo amenaza si usted, quien es responsable, en última instancia, por la integridad de esas infancias dentro de los ámbitos católicos, calla y encubre?

Porque hasta el día de hoy usted no ha brindado ni explicaciones públicas ni garantía alguna para las familias, ni de la comunidad parroquial, ni de la comunidad educativa donde se movía su sacerdote mimado. El mismo que, sin mediar palabra, se colocaba una nariz de payaso a fin de sorprender y caerle tiernamente simpático a los chicos. Seguramente usted estaba al tanto del numerito artístico de su protegido. El tema ahora es saber si el cura-payaso sigue en contacto con niñas, niños o adolescentes. Por todo esto: ¿cómo podremos volver a creerle a usted, obispo? Ante un panorama de tan siniestra opacidad: ¿Cómo no sospechar de cada sacerdote? Es eso lo que va a conseguir, Croxatto. ¿Qué está esperando, entonces? Si de verdad ama a la Iglesia y a sus hermanas y hermanos: ya basta. Cumpla con su deber o renuncie ¿O prefiere que la propia comunidad abogue por su destitución?
Porque, cuidado, Fernando, tiene usted la autoestima muy alta, demasiado. Más temprano que tarde eso le jugará en contra. Hace falta ambición, sí, para llegar a cardenal, pero sin que se note tanto. Por ejemplo, en la apertura del Año Santo, de las 35 fotos que publica su diócesis, usted es el centro en nada menos que 26, con profusión de primeros planos. ¿Fotos de laicos? Apenas 5. Cualquiera diría que la iglesia católica de Neuquén no es la de El Nazareno, sino la de El soberbio. Hablando de eso mismo, monseñor: ¿cuál es el sentido de organizar una cena de nochebuena en la calle para personas en situación de calle? ¿No pensó en venderle hielo a los esquimales?. Con la cantidad de espacios cubiertos con los que cuenta la Iglesia Católica, provistos de baños, vajilla, mesas, sillas y equipos de sonido: ¿para qué mandar a pedir donaciones para alquilar todo y congregar en plena avenida central a un centenar de los más vulnerables de nuestros vecinos? ¿Para llamar la atención? Vaya que lo ha logrado, monseñor, vaya que sí.