ABUSO SEXUAL ECLESIÁSTICO
El modelo Croxatto: de eso, no se habla
Resulta imposible conocer el protocolo frente a casos de abuso sexual eclesiástico en Neuquén, a pesar de que un sacerdote de esta diócesis ha sido denunciado penal y públicamente por tal delito.El 1° de diciembre de 2016, nuestro buen pastor Fernando Martín Croxatto admitió en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina que conocía hasta el detalle los abusos sexuales perpetrados por su padre espiritual, el también prelado Abelardo Silva. Ante testigos, el actual obispo de Neuquén, reveló que cuatro dirigentes de Acción Católica de la década del 70, Roberto Cassotto, Jorge Cassotto, Roque Pereyra y Tato Pereyra le habían contado que en las noches el entonces párroco de San Rafael, Abelardo Silva, llevaba un colchón a la habitación de algunos niños que dormían en la casa parroquial y allí los violaba.
Testigos del relato de Fernando Croxatto fueron otros tres obispos católicos (Carlos Humberto Malfa, Martín Fassi y Miguel D’Annibale), un sacerdote canonista, Daniel Medina, y Gabriel C, uno de aquellos sobrevivientes que fueron abusados por Abelardo Silva. Más de 8 años después de aquella revelación hecha por Croxatto, Gabriel C no ha recibido ninguna otra reparación por parte de la Iglesia Católica más que un rosario bendecido por el Papa Bergoglio. Pero esta semana ha quedado expuesto, una vez más, el nulo celo de Fernando Craxotto para cuidar de quienes denuncian abuso sexual eclesiástico. Uno de los curas de su diócesis, denunciado penalmente por tal delito, celebró misa en la misma parroquia donde un niño con discapacidad e insulinodependiente contó que fue abusado por ese sacerdote.

En 2022, la madre de ese niño se acercó a una iglesia católica de Neuquén en búsqueda de dios. El cura de aquella parroquia era un joven sacerdote extremadamente desinhibido, tanto que, para resultar simpático y popular, impostaba el rol de payaso mediante el uso de un sombrero de copa y una nariz colorada de goma espuma. Si le resulta difícil de creer lo que lee, sin demasiado esfuerzo se encuentran en Internet los vídeos de sus pretendidas performances circenses. Continuemos: la madre del niño con discapacidad, una mujer humilde y trabajadora, soñaba con tomar su primera comunión (uno de los sacramentos fundamentales en la vida de los católicos) y empezó a tomar clases de catecismo.
El mismo sacerdote había sido designado por Croxatto para realizar tareas pastorales en la escuela del hijo de esta mujer, y el niño le tenía gran aprecio, tanto que se sumó a uno de sus grupos infantiles católicos. Durante los primeros meses, el niño y su madre sentían confianza y gratitud frente a ese curita extrovertido y próximo. Pero un día, inesperadamente, el niño no quiso ir más a los grupos infantiles, no quiso pisar más la iglesia, no quiso ver siquiera al cura. Según consta en actas, la propia maestra de sexto grado de la escuela advirtió que el niño “se muestra resistente a la presencia del sacerdote durante las tareas pastorales” y se lo percibía claramente "enojado y con negativas de participar”. En diciembre de 2023, el niño pudo contarle a su abuela que el sacerdote lo había abusado en un baño. La madre, de inmediato, denunció la situación ante la directora de la escuela donde el sacerdote seguía en contacto con otros niños y niñas.

En la mañana del jueves 2 de mayo de 2024, en una parroquia de nuestra ciudad, el sacerdote Diego María Canale, vicario pastoral de la diócesis, firmó el acta de la denuncia eclesiástica efectuada por la madre del niño que relató el abuso sexual. Refrendaron el acta como testigos dos mujeres: una de ellas, íntima amiga del sacerdote denunciado. Increíblemente, el presbítero Canale, mano derecha de Croxatto y auto percibido cura Brochero, pidió hablar a solas con el niño, “para saber si decía la verdad”. Con la experiencia tan amargamente adquirida, la madre negó rotundamente cualquier permiso para que Canale se encuentre a solas con su hijo. Como muestra de la sensibilidad con que la Iglesia Católica de Neuquén trata estos temas, Diego Canale no se detuvo y exigió que se presentara la abuela del niño para ratificar lo que se estaba denunciando. Durante meses, la madre esperó alguna respuesta por parte de la Iglesia. De algún modo la obtuvo. El sábado 24 de agosto de 2024, el sacerdote sospechado, al amparo de Croxatto, recibió su baño de multitudes durante el show de sanación de Leda Bergonzi en el estadio Ruca Che. En la mañana del miércoles 11 de septiembre, la madre del niño se presentó en la Fiscalía para denunciar penalmente al sacerdote.
Se cumplen hoy 15 días desde que formalmente se le solicitara a la secretaría del obispo Croxatto el protocolo frente a denuncias de abusos sexual eclesiástico en su diócesis. El estruendoso silencio de la autoridad resulta por demás revelador del desprecio por las propias normas que establece Roma y por la integridad de niños, niñas y adolescentes de nuestra comunidad. Este maltrato se evidencia meridianamente en el área de prensa del Obispado, a cargo de Celeste Herrera. La vocera de Croxatto, la misma que una vez contestara “no realizaremos declaraciones al respecto, ya que no estamos en posición de comentar sobre investigaciones en curso ni sobre temas ajenos a nuestra labor pastoral” esta semana, con total impunidad, reveló a un periodista el apellido de Gabriel C. La Iglesia Católica de Neuquén, que pretende no poder declarar nada ajeno a su labor pastoral, puede, eso sí, dar a conocer la identidad de quien denuncia haber sido abusado sexualmente por un sacerdote.

Qué se dice y qué no es ya un vanidoso capricho dentro de la Iglesia Católica del Neuquén. Pero revelar el protocolo de acción frente a casos de abuso sexual no es una gracia que el obispo Croxatto puede brindar o retirar: es su deber. De acuerdo con la información brindada por el Consejo Provincial de Educación del Neuquén, en nuestra provincia hay 8.253 estudiantes que asisten a escuelas católicas. Entre ellos hay 560 niños y niñas en el nivel inicial y 3557 en escuelas primarias. ¿Pueden estar tranquilas las familias de tales estudiantes si el obispado se niega sistemáticamente a revelar cuáles son las reglas a seguir frente a una denuncia de abuso sexual en alguna de sus escuelas? ¿Por qué razón esconde Croxatto lo que la propia Conferencia Episcopal Argentina (CEA) asegura que debe ser público y accesible?
Ya en la misma introducción de sus “Líneas-guía de actuación ante denuncias de delitos contra el sexto mandamiento con menores de edad o personas vulnerables”, la CEA exige que todas las diócesis “deben establecer uno o más sistemas estables y fácilmente accesibles al público para recibir informes contra clérigos y miembros de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica relativos a los delitos contra la integridad sexual”. Asimismo, el documento exige una “fácil accesibilidad para el público: el Sistema de Recepción de Informes debe poder disponer de un lugar de encuentro y escucha, así como de un número telefónico y/o una dirección de correo electrónico de contacto. Estos datos, junto con los nombres de los responsables, serán publicados y difundidos por todos los medios posibles”. Letra muerta: nada de esto sucede en la jurisdicción de Fernando Croxatto.

Por ignorancia, comodidad o convicción, la inmensa mayoría del clero neuquino asiste de brazos cruzados a estos hechos. A contramano de las Escrituras, no toman partido por los más débiles sino que, con su silencio, contribuyen al statu quo. Entre las poquísimas excepciones, el pasado martes uno de los sacerdotes más allegados al obispo envió un correo electrónico en el que afirma “no quiero ser cómplice”. Es justo y necesario. El 7 de mayo de 2019, el Vaticano dio a conocer la carta apostólica Vos estis lux mundi (Ustedes son la luz del mundo). Allí, el Papa Bergoglio asegura: “Los delitos de abuso sexual ofenden a Nuestro Señor, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas, y perjudican a la comunidad de los fieles. Para que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una continua y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia”.
En 2021, la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico (la misma que acaba de publicar el nombre del sacerdote neuquino) denunció por complicidad a los obispos Colombo, Mazzitelli y Braida para que se investigue sus responsabilidades en el caso del monasterio mendocino del Cristo Orante. Los dos sacerdotes que allí “trabajaban” fueron condenados por reiteradas violaciones de un joven seminarista. La denuncia contra los obispos no ha merecido a la fecha respuesta del Vaticano. Tales antecedentes juegan a favor de aquellos monseñores que, como Croxatto, miran para otro lado frente a denuncias de abuso sexual eclesiástico. Sin embargo, hasta ahora, todo indica que, a futuro, su nombre quedará ligado a tales delitos. Como sea, del 24 de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2026, la Iglesia Católica celebra su Año Santo Jubilar. Bajo el lema "Peregrinos de la esperanza", el Papa Bergoglio propone a los fieles “un renacimiento espiritual”. Por lo que vemos, en el clero de Neuquén tal renacer no se verificará en el Año Jubilar sino en el día del arquero.