ESCÁNDALO EN LA IGLESIA NEUQUINA
Habló la madre que denunció a un sacerdote por abusar de su hijo
La maestra y la catequista del niño resultaron fundamentales para revelar la situación.En la mañana del sábado 25 de enero entrevisté a la madre que denunció, ante la Iglesia y la Fiscalía, a un sacerdote neuquino por abusar sexualmente de su hijo. Varias horas después, su testimonio, entereza y dignidad aún resuenan en mí. Transcribo a continuación nuestro diálogo.
JG: ¿Qué nos quiere contar acerca de usted?
M: Soy mamá soltera, tengo un solo hijo. Trabajo como empleada doméstica por la mañana de lunes a viernes. Y después soy acompañante terapéutica de lunes a sábado. Así que trabajo todo el día, digamos. Recién este año me está quedando una tarde libre, pero todos los otros años era todo corrido, no tenía mucho descanso.
JG: ¿En qué consiste su trabajo como acompañante terapéutica?
M: Cuido personas mayores que tengan alguna dificultad para levantarse o que no pueden estar solas, yo le hago todo. En algunos casos me ha tocado hacer rehabilitación. Diferentes casos.
JG: Usted mencionó que tiene un hijo, ¿Qué nos quiere contar de él?
M: Mi hijo es muy especial, tiene dificultades en el habla. Esto nos dimos cuenta cuando empezó el jardín, porque no podía dialogar bien con sus pares. Y ahí, empezamos muchos tratamientos. Él sigue hablando medio mal todavía. Desde los 4 años hasta ahora, que tiene 13. Eso le ha complicado muchísimo en el tema de la lectura en la escuela. Cuando le ha pasado cosas como lo que le ha pasado ahora, ha sido muy difícil comunicarse, hablarlo.
JG: ¿Cómo es él?
M: Es un nene retraído cuando te conoce por primera vez, después cuando él toma confianza, es un nene muy cariñoso, se apega mucho a una persona. Toma a uno de cabecera y se toma como garrapata, digamos. En casa es el más chiquito, el más mimado también. Él cuando te quiere te lo demuestra y es muy profundo él con eso.
JG: ¿Cuándo y por qué se acercó usted a la iglesia?
M: Nosotros nos acercamos por pedido de mi hijo. Porque él en la escuela donde iba tenían la catequesis. Y cuando estuvo en quinto grado, él me pidió reforzar eso. Cuando me pidió eso, fui a la parroquia donde estaba el mismo cura que hacía la catequesis en la escuela y, bueno, aceptaron a mi hijo. Mi hijo quería ir especialmente porque estaba este sacerdote. Y cuando mi hijo empezó ahí la actividad, me convocaron a mí también. Y a mi nene le gustó, se sintió más acompañado, mucho mejor. Entonces ahí caímos a la parroquia toda la familia.
JG: Otras personas empezaron a ir a esa iglesia.
M: Sí. Mi mamá y mi hermana también, y amigos que nos acompañaron porque yo no había bautizado a mi nene de bebé. Así que se bautizó de grande. Así que por mi hijo fuimos varios que llegamos a esa parroquia.

JG: ¿Cómo era la relación con el sacerdote al que usted denunció?
M: Mi nene era pero muy pegote a él. Era de verlo y salir corriendo a los brazos de él. Era mucha confianza. A mí me hizo ir una vez a un cumpleaños del cura porque mi nene quería asistir, ya que se lo iban a festejar acá, en esta parroquia. Para acompañarlo a mi nene fui. Para mi hijo, ese era todo su mundo. Nunca se había enojado con el sacerdote. Mi nene no es de enojarse, no se enoja nunca. Por eso cuando cambió tanto de golpe, nos llamó mucho la atención. Tanto que fui a hablar con el sacerdote porque le tenía confianza. Sí. Pero bueno, ahí quedó todo. Pero después, antes del bautismo, que fue en septiembre del 2023, mi nene ya no quería ir más a la parroquia, no quería ir más a la escuela tampoco, especialmente los jueves.
JG: ¿Qué pasaba los jueves?
M: Los jueves se daba la catequesis en la escuela… Yo siempre le preguntaba a mi hijo por qué estaba tan enojado con el cura, si lo había retado en algún momento. Me decía que no, que no le pasaba nada y pero vos se lo mencionabas al cura y parecía que le estabas poniendo fuego a mi nene. Y no hubo caso, no hubo caso de retomar. Nosotros seguíamos yendo a la parroquia. Y él no nos quiso acompañar más y eso que antes no se quería perder misas, actividades que se hacían, mi nene no se las quería perder. De hecho, cuando se armó del pesebre y el arbolito, fue el único nene de la comunidad que fue a armar el pinito. Estaba re entusiasmado con todo eso. Era un apego muy grande que tenía con ese sacerdote.
JG: ¿Qué pasó luego, qué contó su hijo?
M: Mi hijo, gracias a la seño de sexto grado, pudo manifestarnos que ese cura le había bajado los pantalones y le había tocado sus partes íntimas, en el baño. Además, ese sacerdote le mostró sus partes íntimas a mi hijo. Mi hijo siente mucha vergüenza y miedo al contarlo.
JG: Qué doloroso.
M: Sí, mucho. Porque cada cosa que voy haciendo por esta situación yo se la voy comunicando a mi nene y cuando le dije que íbamos a tener un abogado para defenderlo, usted le hubiera visto la cara a mi hijo: era cara de alivio, en sí, porque otras personas le estaban creyendo lo que él decía. Pero antes era sentir que nadie le creía. Y él no quiere seguir hablando del tema por vergüenza y miedo.
JG: A partir de lo que contó su hijo, ¿qué sucedió después?
M: Nosotros quedamos anonadados, no sabíamos qué hacer. Digamos que nos quedamos como congelados, no sabíamos qué hacer. Cuando fui a hacer la denuncia a la comisaría cerca de mi barrio no me la tomaron, me mandaron para otro lado directamente. Ellos me dijeron que tenía que ir enseguida a la Fiscalía, a tal lugar, para hacer otra cosa diferente, y yo me abataté con la situación, y no hice nada hasta que se acercó alguna gente de la parroquia dándome acompañamiento y ahí como que me animé, porque me acompañaron hasta la Fiscalía y fuimos a hacer la denuncia. Ese día no sé si eran nervios o miedos, pero iba con muchas emociones juntas porque en sí una mamá lo que menos quiere ir a hacer una denuncia de este tipo.
JG: ¿Qué personas la apoyaron en la parroquia o dentro de la Iglesia?
M: Fueron tres personas, pero hay una que voy a guardar su identidad porque ella me lo pidió. Pero las que siguen hasta ahora son Laura y Emma, que están todo el tiempo preguntándome si hay alguna novedad. Ellas me acompañaron y me siguen acompañando. Ellas son las únicas que me apoyan de entre todas las personas que conocí en esa comunidad, en esa parroquia.
Tiempo después se acercaron dos mujeres a casa, con la excusa de dejar a la Virgen. Pero en realidad era para echarnos m… diciendo que mi nene estaba confundido. Y que el sacerdote estaba muy afectado por lo que mi nene había contado.

JG: Usted denunció ante la Iglesia al sacerdote.
M: Sí, gracias a la catequista que un día me avisó que iban a empezar de vuelta con la catequesis. Yo le comenté que me alegraba que empezaran, pero lamentaba que ese sacerdote siga estando ahí y ahí fue cuando ella se enteró y fue la que movió todo en la parroquia para que se haga una reunión con miembros del obispado y con el cura.
JG: ¿Existe algún acta de esa reunión?
M: No, no, no hay nada. Y a mí no me citaron a esa reunión, la hicieron sin mí. Esta reunión que se hizo en la parroquia se hizo sin mí.
JG: Esta catequista que usted menciona, ¿se puede dar su nombre?
M: No. Ella tiene miedo. Y la familia de ella también. Ella ya ayudó bastante, la verdad es que nadie lo podría haber hecho mejor que ella. Porque después de eso varios se enteraron.
JG: Entonces hubo una reunión de la que participaron los catequistas, las catequistas y el sacerdote acusado, y allí se planteó el tema.
M: Sí, pero no todos los catequistas, algunos nomás, porque fue supuestamente algo resguardado, ya que como no había una denuncia, ellos no querían decírselo a toda la comunidad.
JG: Usted hizo la denuncia eclesiástica en mayo de 2024.
M: Sí, porque a esta catequista le pidieron mi contacto y me citaron a una reunión. La verdad es que me hablaron bien, en ningún momento me dieron a entender ninguna amenaza ni nada por el estilo. Pero el sacerdote Diego Canale me pidió un encuentro a solas con mi nene. A lo que yo le dije que no. Mi nene no quiere estar a solas con ningún nombre, le dije. Ahora no puede ni ir solo al baño, le dije. Ahí siguieron diciendo que el nene estaba confundido. Yo le dije que mi nene no está confundido, sino que tiene mucha vergüenza y miedo de hablarlo. Yo lo daría todo porque mi nene me diga que las cosas no fueron así, claro, pero lamentablemente esta es la realidad, ¿no? No tengo que por qué andar mintiendo yo con algo así porque tampoco tengo nada en contra de ese sacerdote, al contrario, le teníamos un gran aprecio acá, en casa.

JG: ¿Quién decía que su hijo estaba confundido?
M: Diego Canale. Y me quiso hacer entender que mi hijo se había confundido, que le había pasado con otra persona, con otro hombre. Yo le dije que mi nene se lleva perfectamente con el profesor de educación física, el profesor de música, no tiene problemas con ellos y que con la única persona que está muy enojado y que no se le puede ni mencionar es con ese cura. Mi hijo está enojado con ese sacerdote por lo que le hizo. Canale no lo quiso entender y después quiso citar a mi mamá para que mi mamá le diga lo mismo que yo le estaba diciendo. Mi mamá fue muy sincera, me dijo “no vale la pena, no quieren escuchar”. Después de esa reunión, Diego Canale se comunicó dos veces conmigo para repetirme todo el tiempo lo mismo, que querían que vaya a mi mamá y él insistía con que quería hablar con mi hijo. Mi hijo no quiere pisar más una iglesia, le dije. Y yo no lo voy a obligar a ir donde él no quiere ir, dónde él, encima, amaba ir.
JG: ¿Qué ha hecho la iglesia de Neuquén desde entonces hasta ahora?
M: Nada... Por lo que nos hemos enterado, al sacerdote lo sacaron al tiempito que hice la denuncia en la fiscalía, pero después lo volvieron a poner en las misas. En las escuelas sí lo sacaron. Pero da misas como si nada. Él sigue haciendo lo que siempre hizo. Nada más que no asiste a las escuelas.
JG: ¿Qué le ha informado la Iglesia de Neuquén respecto del proceso contra el sacerdote?
M: Nada. O sea, nada, nada. A mí no me informan nada ellos.
JG: ¿Usted sabe si el sacerdote sigue en contacto con niños, niñas y adolescentes en el momento de la confesión?
M: Si está acá, en la parroquia, seguramente sí. De hecho, primero hacía la confesión al aire libre, pero después empezó a hacerla en la oficina de él, donde no se veía nada.
JG: ¿Qué piensa ahora usted de la Iglesia católica?
M: La verdad que en algunos aspectos deja mucho que desear. Nunca me imaginé que me iba a llevar esta sorpresa. Pensé que iba a ser todo diferente. Porque cuando estaba todo bien me sentía acompañada por todos. Y ahora como que me soltaron la mano, de una manera increíble. Yo imaginaba otra realidad de la Iglesia.
JG: ¿Y respecto de su relación con Dios?
M: Ah, eso nunca cambió. Nunca cambió, siempre firme con mi fe.

JG: Hace un tiempo usted me comentó que se había encontrado con el obispo Croxatto y él la había ignorado.
M: Sí, sí, fue en la parroquia de Lourdes. La mayoría de los que no hemos querido ir más a dónde da la misa ese cura, nos hemos ido allí. Un día llegué y justo estaba el obispo dando la misa. Yo fui a tomar mi comunión con él y fue muy diferente a todas las otras veces. Cuando terminó la misa yo me quedé afuera esperándolo y no se acercó.
JG: ¿Usted qué hubiera esperado?
M: Yo me quedé para ver si el obispo Croxatto se acercaba, si quería hablar conmigo, explicarme algunas cosas, si ellos tenían algún protocolo para esto, porque desde que pasó todo esto yo no he hablado con el obispo, nunca se dirigió conmigo, nunca se comunicó conmigo, nada. Ese domingo que fui a misa, había pasado un tiempito que yo no iba y dije, bueno por algo Dios me puso acá, justo está el obispo. Y no. La verdad es que no era como para mostrarme que el único en el que tengo que seguir esperando es en Dios, en ellos no puedo esperar nada.
JG: ¿Qué le quiere decir usted al obispo, a Fernando Croxatto?
M: Que escuche las palabras de los niños, que los escuche a los niños, que los niños son los más puros que tenemos. Y que los ayude, que se ponga de su lado. Que se sientan acompañadas las niñeces porque están muy abandonadas.
JG: El protocolo de acción que enuncia el propio obispado de Neuquén estipula la obligación de asistir a las familias que denuncian a sacerdotes que han abusado de niños, niñas, adolescentes: ¿Qué apoyo le ha dado la iglesia de Neuquén a usted, a su familia, a su hijo?
M: Ninguno. Ninguno. Ellos conmigo nunca se comunicaron. Solamente dos conocidos de la parroquia me han acompañado, nadie en el obispado, nada. Ellos conmigo nunca se comunicaron.

JG: ¿Tiene usted algún mensaje para la sociedad?
M: Es raro dar un mensaje para la sociedad porque en las familias ya están prevenidas. Como que está muy conocido el tema, viene de las escuelas, también, se habla. Acá en casa lo vivíamos hablando con mi hijo: “si te pasa algo vos tenés que decirlo”. Y mi nene demoró un año más o menos en decirlo. Y gracias a la maestra que vio actitudes raras en él, sino quizás sería hasta el día de hoy que mi nene no dice nada.
JG: Usted mencionó que quiere hacer un agradecimiento.
M: Sí, quiero agradecer muchísimo a la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico porque ellos sí me han acompañado, ayudan y se ponen en nuestro lugar. Sin palabras, re agradecida con la psicóloga de la Red, Liliana Rodríguez, que se mueve tanto, que se preocupa y se ocupa de este caso.
JG: ¿Hay algo más que usted quiera agregar?
M: Hay tantas cosas que una quiere decir y se queda corta… Como madre una piensa a veces que falla al no ver ciertas cosas. Ahora me doy cuenta de que hay que estar más atenta. Estar pendiente de todo lo que hacen nuestros hijos. Porque por más de que en casa le advertimos de estas cosas, igual pasó. Y yo como madre no lo pude ver.
JG: En ese sentido, la maestra y la catequista resultaron fundamentales…
M: Sí, ellas dos fueron fundamentales. Sin ellas no hubiésemos podido iniciar todo esto. Gracias a ellas logramos la confianza del colegio. Mi hijo ha estado 7 años allí y siempre lo han acompañado muy bien. Pero la verdad que esta seño, la maestra de mi hijo, se la re jugó por él. Y la catequista lo mismo.