El top 10 de las chocolaterías más caras de Bariloche: cuánto sale kilo de chocolate

Si estás por viajar al sur argentino y ya estás pensando en probar los dulces más típicos, esta información es clave. Hicimos un relevamiento con los precios actuales del chocolate por kilo en las principales chocolaterías de Bariloche, y los números sorprenden. Algunas superan ampliamente los $60.000 por kilo, mientras que otras apenas se mantienen por debajo de los $55.000. El ranking incluye a las marcas más reconocidas por locales y turistas, con locales llenos durante todo el año.

Según los datos relevados, Rapa Nui encabeza la lista con un precio que ronda los $64.000 el kilo. Le sigue Havanna, con un valor de $59.000, y luego Mamuschka, uno de los clásicos de Bariloche, donde el kilo cuesta $56.000. En cuarto lugar aparece Del Turista, con un precio de $52.000. A este listado se suman otras opciones también populares: Frantom, con $51.500 por kilo; Tante Frida, con $50.000; Benroth, una de las más tradicionales, con $49.800; La Abuela Goye, con $48.000; Fenoglio, con $47.500; y Bonifacio, con $46.800. En general, los precios varían según la variedad y si se eligen tabletas, bombones o ramas.

Con estos valores, una caja mediana de bombones puede costar casi lo mismo que una cena completa para dos personas. Por eso, muchos turistas eligen comprar chocolate por gramos o armar combos pequeños como souvenirs. Las vidrieras de las chocolaterías de Bariloche son un espectáculo en sí mismas, hay desde esculturas comestibles hasta tabletas personalizadas. El dato no menor es que, a pesar del precio, la demanda no baja, y durante las vacaciones de invierno es común ver largas filas en la puerta de cada local.

Más allá del costo, probar chocolate en Bariloche es casi una obligación para quienes hacen turismo en la ciudad. Las chocolaterías son parte del circuito típico, y muchas de ellas incluso ofrecen visitas guiadas o talleres para conocer el proceso de elaboración. Entre las postales del viaje, llevarse un chocolate artesanal se convirtió en una costumbre tan instalada como visitar el Cerro Catedral o sacarse una foto con los San Bernardos en el Centro Cívico.