REALEZA
No le permiten ser feliz: el dolor de la Reina Máxima
Nunca lo hubiera esperado en este momento tan delicado.
La Reina Máxima ha sido una de las líderes incuestionables en la batalla codo a codo contra la pandemia de coronavirus que empieza a llegar a su fin en Europa. La consorte de Holanda ha estado a la altura de un conflicto sin concesiones.
Pese a todo lo que ha luchado junto al Rey Guillermo, últimamente, las críticas han sido tan injustas como despiadadas contra la Reina Máxima, provocándole un dolor que pareciera esconder una pregunta de fondo: ¿acaso no tiene derecho a ser feliz?
Las críticas habían comenzado a principios de la pandemia cuando la Reina Máxima viajó de manera oficial junto a Guillermo a Indonesia, en el corazón del sudeste asiático, ya con los primeros casos positivos.
Como siempre, espontánea y natural en sus formas, la Reina Máxima besó y abrazó a los artesanos a su paso sin preocuparse por el nivel de contagio que comenzaba a experimentar el país que formó parte de una visita histórica.
Los cuestionamientos a la Reina Máxima siguieron cuando utilizó un abrigo de piel al salir al balcón del Palacio Huis Ten Bosch en las caceroladas para demostrar su apoyo inclaudicable a los sanitaristas que han pasado horas sin dormir salvando vidas.
Hace unos días, se hablaba también de la utilización de fondos públicos de la Reina Máxima y Guillermo para la decoración de la zona privada de su palacio y, en la misma sintonía, ahora apuntan contra los gastos en moda.
Si bien la Reina Máxima es una de las realezas que mayor vestuario recicla y comparte con sus propias hijas, la crítica que se le remarca es que gasta la mayor parte del presupuesto fuera del país.
La noticia que empezó en el blog de la famosa Josine Droogendijk ha sido replicada arrojando el dato de la polémica: el 95% del presupuesto que gasta la Reina Máxima en su estilo es en firmas de ropa y complementos extranjeras. “Indignante”, “Escandaloso”, son algunos de los adjetivos dedicados a la Reina de Holanda. ¿Es para tanto?
