El calafate: el berrie patagónico que es un superalimento y que guarda una emotiva leyenda

Además de que le da el nombre a una ciudad, el calafate tiene propiedades medicinales.
lunes, 4 de octubre de 2021 · 11:00

El calafate es una de las plantas nativas más importantes de la Patagonia, tanto argentina como chilena, por varias razones.

No solo es un berrie nativo apto para la cocina gourmet, sino también el calafate es considerado un superalimento, ya que es una de las mayores fuentes de antioxidantes del planeta que protege al organismo del envejecimiento celular.

En definitiva, el calafate es una de las plantas más emblemáticas del sur de nuestro país que crece desde Neuquén hasta Tierra del Fuego y que se utiliza en infusiones, conservas, mermeladas y licores.

Su flor es muy aromática y muy llamativa por su color amarillo. 

Pero si hay algo que lo catapultó a lo más alto es que además de ser un superalimento, con la gran cantidad de antocianinas (pigmentos) que contiene su piel también es usado como un excelente colorante natural.

Aunque crece de forma silvestre, es muy demandado por la industria alimentaria que busca pigmentos inocuos y de origen natural para agregar a los productos.

 

Una leyenda en la que es protagonista

La historia emblemática del calafate transcurre en el paisaje donde vivían los tehuelches, quienes emigraban a pie hacia el norte porque el frío no es tan intenso y podían cazar. En este contexto, cierta vez Koonex, la anciana curandera de una tribu de tehuelches, no podía caminar más porque era mayor.

Su fruto es muy utilizado en la cosmética y en las cremas para la piel. 

Koonex comprendió la ley de la vida y entonces las mujeres de la tribu confeccionaron una carpa con pieles de guanaco y la proveyeron de leña y alimentos para dejarle a la anciana, mientras se despedían porque ella se quedaba para finalizar su vida allí.

Pasó el invierno y llegó la primavera. Fue entonces, según cuenta la leyenda, que sobre los cueros del toldo de Koonex se posó una bandada de aves y escucharon a la anciana que las reprendía por haberla dejado sola.

Un pequeño chingolo le dijo que se fueron en otoño porque no tenían alimento ni lugar donde abrigarse. Koonex contestó que a partir de ese momento tendrían alimento en otoño y buen abrigo en invierno.

Es un arbusto espinoso y achaparrado que ocupa grandes superficies. 

Una ráfaga de viento volteó los cueros del toldo y los pájaros encontraron un arbusto espinoso de perfumadas flores amarillas. En el verano, estas se hicieron fruto y antes del otoño comenzaron a madurar hasta tomar un color azulmorado de exquisito sabor y alto valor alimentario.

Los tehuelches también lo probaron y desparramaron las semillas en toda la región. A partir de entonces, "el que come calafate siempre vuelve."

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