Vino con etiquetas originales: mucho más que sabor

Muchos asombran por su sabor y sus aromas que evocan al terruño, a la infancia, a lo mejor de la vitivinicultura. Muchos otros vinos, además, han dado un toque de creatividad a sus nombres y etiquetas como gancho adicional.

Un alto porcentaje de los vinos en Argentina, históricamente ha llevado el nombre de la familia que lo produce. En Mendoza son innumerables, lo mismo que en Neuquén donde se desarrollaron Schroeder y Accardi y sobre todo en Río Negro que posee un gran número de empresas familiares (Humberto Canale, Miras, Favretto, Gerome Martheau, Del Río Elorza, Pirri).

Eso es lo que valora por ejemplo Eduardo López a cargo de la bodega familiar López fundada por su abuelo en Maipú. “Hace muchos años era habitual ponerle tu nombre a tu producto. Uno pensaba: es lo mejor que tengo y tengo que cuidarlo. La marca López aparece en 1967 y todavía la conservamos” manifestó recientemente al diario mendocino Los Andes.

Sin embargo en los últimos años, nace un nuevo concepto que tiene que ver con la imagen y un concepto más renovado para darle un atractivo adicional.

Así nacieron Hey Malbec, de Matías Riccitelli o El Relator, nombre e imagen del vino creado por un winemaker que además, en su labor como periodista,  se especializó en las carreras de caballo.

“Hey Malbec! es la línea más friendly de nuestra bodega, que busca llegar a la gente con un vino con mucha fruta, para aprovechar esa versatilidad que tiene el malbec de dar lugar a vinos de alta, alta gama, pero también vinos superjóvenes”.

Pero también hay otros que se han jugado con nombres originales como es el Tajungapul. Y así lo cuenta su creador. “Hace muchos años una novia recibió como regalo de cumpleaños un perro. Preguntó cuál era la raza, Tajungapul. En el lugar en donde yo naci  (un barrio del conurbano) es común que a los perros sin raza ni procedencia les digamos JUNTAPULGA”. Y ese fue el nombre que decidió para su vino. 

Otro nombre y etiquetas llamativos son la de los vinos Siete vacas de la bodega tucumana Las Arcas de Tolombón. “Nació de un sueño, del sueño de un cuidador de la finca. Como en un sueño puede pasar de todo, como que las tortugas vuelen o las vacas, leviten”, cuenta Alexiev Gandman su dibujante.