San Cayetano, un santo popular

El próximo sábado se realiza la procesión por San Cayetano bajo el lema "Tierra, Techo y Trabajo". Una reflexión sobre la religión desde una mirada popular.
jueves, 5 de agosto de 2021 · 12:59

Una estación de tren y una capilla. Más allá La Pampa, infinita. Desde el último cuarto del siglo XIX, Liniers fue la última posta del oeste antes de ingresar en la inmensidad pampeana. La capilla de San Cayetano se construyó a una cuadra de la estación de tren en 1894 y fue el lugar de plegarias de las personas que salían de la ciudad con rumbo incierto, en su mayoría buscando trabajo. 

¿Cómo llega un santo italiano del siglo XV a la ciudad de Buenos Aires? Su figura fue rescatada por la beata María Antonia de la Paz y Figueroa, más conocida como Mamá Antula. Ella llegó a pie desde el norte argentino y tuvo relación con muchos de los hacedores de la Revolución de Mayo. Fue quien divulgó el culto a San Cayetano, y a su muerte pidió la construcción de la parroquia en su honor.

En 1930, nuestro país ingresaba en la primera gran crisis del sistema capitalista. La Década Infame comenzaba. El desempleo, los conflictos sociales y las ollas populares crecían a pasos agigantados en toda la Ciudad de Buenos Aires. En medio del resquebrajamiento social, el cristianismo veía cómo sus devotos perdían la fe. “Yo siento que mi fe se tambalea, que la gente mala vive, Dios, mejor que yo”, escribía Enrique Santos Discépolo, poeta tanguero y popular, por aquellos años. 

El cura Domingo Falgioni entendió que debía contextualizar al santo de su parroquia, San Cayetano. Diseñó una estampa donde podía verse a San Cayetano rodeado de espigas de pan, eso que tanta falta hacía en ese momento. Lo acompañó de una oración que pronto se popularizó, hoy diríamos que se hizo viral. El pueblo rápidamente adoptó a San Cayetano como propio. El patrono del pan y del trabajo. 

Relacionamos a la religión con las instituciones. Pero si nos detenemos en su etimología veremos que no necesariamente es así. Religión proviene del verbo en latín 'religio'. Esta palabra está compuesta por tres partes: el prefijo 're', el verbo 'ligare' y el sufijo 'ión'. 'Re' significa intensidad. 'Ligare' amarrar o ligar. 'Ión', acción o efecto. En suma obtenemos que religión es la acción de amarrar con intensidad. Básicamente, lo que hacemos al llorar por la muerte de Maradona, pedirle pan y trabajo a San Cayetano o hacerle una promesa al Gauchito Gil. 

San Cayetano abandonó el ámbito eclesiástico para convertirse en un santo popular. Esa categoría llena de paños rojos en la ruta, botellas de agua desperdigadas por el país, santuarios improvisados, bailes, procesiones, ofrendas en vino o cigarrillos, todos son elementos que componen las formas de vincularse con los distintos santos populares. Gauchos, madres, niños, cantantes o futbolistas. 

Es eso que Rodolfo Kusch llama “la fe monstruosa” y la relaciona con “el tango, los caudillos, Gardel o el hincha que tira botellas en la cancha”. Monstruosa, porque sale del espacio ordenado que suelen ofrecer las iglesias, sean cristianas o no. Una fe más vinculada al caos, pero al caos entendido como desorden, eso contra lo que los intelectuales, más o menos liberales, más o menos progresistas, reniegan. Una fe caótica con miles de personas en una procesión hasta Mercedes, Corrientes, o desde Liniers hasta la Plaza de Mayo. 

¿Cómo surge un santo popular? Hay héroes anónimos como la Difunta Correa o el Gauchito Gil, y los hay famosos como Gardel, Gilda, Rodrigo o Maradona; también existen las entidades, es decir que no son humanos, como San La Muerte o la Pomba Gira, más vinculada al umbandismo o la santería; también, los hay niños o adolescentes, como el Angelito Milagroso, Miguel Ángel Gaitán o Víctor Manuel "El Frente" Vidal. 

 

Fuente: (El Colectivo)

Los orígenes varían, pero tienen en común cuestiones como su difusión de boca en boca, los altares en la vía pública, y que miles de personas que no se conocen se congreguen a evocar a su santo o santa. Y es horizontal, no hay jerarquías. No existen curas, prelados u obispos. Con una ofrenda o una plegaria alcanza. Cualquiera puede construir un altar. En muchos casos, las paredes ofician de santuario en cualquier barrio. 

Su carácter colectivo es otra característica. Peregrinar hacia los distintos santuarios siempre es un acto que se hace rodeado de otros. Y el objetivo también lo es. Más allá de lo particular de cada pedido hacia un santo popular, siempre está presente la idea de alejar lo malo, lo nefasto. Y volvemos a la etimología. En su origen romano, los días 'nefastos' eran aquellos en los que no se permitía administrar justicia. Por el contrario, los días 'fastos' tenían el visto bueno de los dioses para los negocios o los trabajos. Pero 'fasto' también se asocia al verbo 'festus', es decir fiesta. Las fiestas, claro, siempre están vinculadas a lo colectivo y lo grupal. Alejar lo nefasto es acercarse al carácter festivo de lo popular.

Este sábado, como cada siete de agosto, tendrá lugar entre Liniers y la Plaza de Mayo una nueva procesión por San Cayetano, quizás el santo católico más popular, bajo las consignas de Tierra, Techo y Trabajo. Más allá de su representación cristiana, es este carácter colectivo el que lo mantiene vivo en la tradición popular.

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